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«Traemos un encargo para usted», dijeron los sicarios y ejecutaron al empresario tabacalero

SCaldia
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Después de decirle “traemos un encargo para usted”, uno de los sicarios metió la mano en una conservadora y sacó una pistola Glock 9 milímetros.

Enfrente tenía al empresario Raúl Alberto Molina, que herido logró meterse en su casa, ubicada en Estancia Grande, en las afueras de Concordia, y pudo huir sólo unos metros. Los asesinos lo siguieron y siguieron disparando hasta rematarlo de dos tiros en la cabeza al dueño de la Tabacalera del Litoral.

El 15 de noviembre pasado otro crimen con sicarios sacudió Entre Ríos. Fue durante la siesta de un domingo cuando en el barrio Los Paraísos, en Paraná, dos asesinos a sueldo mataron a Cristian Barreto, alias Tero, que dividía su estancia entre una mansión en Nordelta y la capital entrerriana, a Germán Herlein y a Laureano Morales.

Algo cruje en la provincia vecina, donde los homicidios no eran un problema de seguridad.

Algo cruje en la provincia vecina, donde los homicidios no eran un problema de seguridad. En la última estadística del Sistema Nacional de Información Criminal (SNIC) se consigna que Entre Ríos tiene una tasa de homicidios de 4,7 cada cien mil habitantes. Es la mitad que Santa Fe, que tuvo en 2019 –según esa estadística- 9.7. En 2020 se produjeron 50 crímenes en Entre Ríos. En ese periodo en sólo Rosario hubo 214 y 93 en Santa Fe capital.

Más allá de los números lo que preocupa en Entre Ríos es que empezaron a verse asesinatos con sicarios, como en las dos principales ciudades santafesinas. La relación entre las dos provincias en materia de crimen organizado tuvo varios mojones durante los últimos años, como publicó Aire de Santa Fe el 26 de noviembre pasado.

Cómo fue el crimen de Molina

Según la investigación del crimen de Molina, los sicarios habrían llegado en moto hasta la casa quinta del empresario, que queda en las afueras de Concordia. Simularon ser empleados de un delivery, por lo que andaban con una conservadora. El fiscal coordinador de Concordia, José Costa, advirtió –en diálogo con Aire de Santa Fe– que están rastreando las cámaras de seguridad de la ruta 14 para poder identificar a los sicarios, pero se les hace compleja la pesquisa porque en la zona donde vivía Molina hay pocos vecinos y muy escaso movimiento.

Molina era dueño de Tabacalera del Litoral, que estaba parada. Iba a arrancar en enero a producir cigarrillos de la marca 51, que fueron uno de los atados económicos que se impusieron en el mercado en medio de la falta de tabaco por la pandemia y la crisis económica. También está autorizado para fabricar, según el Ministerio de Agricultura de la Nación, Box81.

Molina, según pudo detectar la causa por falsificación de cigarrillos, era uno de los jugadores más fuertes del mercado paralelo de cigarrillos.

La empresa, que comandaba Molina, era de índole familiar. Él llegó a la empresa en 2006 y después ingresaron como socias su esposa y su hija. En diciembre de 2013 la justicia federal de Concepción del Uruguay ordenó un allanamiento en la planta de Tabacalera del Litoral, donde detectaron que se falsificaban marcas cigarrillos, como Phillips Morris, Marlboro, para la Argentina y para Estados Unidos, Viceroy, CJ, Rodeo y Blitz para Paraguay y Belmont, Pall Mall y Hilton para Chile. Uno de los procesados, además de Molina y su hijo, fue el extitular de la AFIP Concordia, Pedro Arturo Verbauwede. La denuncia la había realizado el jugador más fuerte del mercado, Massalin Particulares. Esa causa, según delineó el fiscal Costa, estaba por llegar a juicio.

Una de las hipótesis que manejan los investigadores es que el crimen podría estar vinculado a esa actividad. Molina, según pudo detectar la causa por falsificación de cigarrillos, era uno de los jugadores más fuertes del mercado paralelo de cigarrillos. Otro que asoma en ese rubro es la fábrica rosarina Bronway Technology SA, que de acuerdo al fallecido diputado provincial Héctor Cavallero estaba conectada a Mario Segovia, el hombre que se movía en un Roll Roys en Rosario y el exministro del Interior Aníbal Fernández apodó el “rey de la efedrina”.

Podrían ser rosarinos

En el triple crimen de Paraná, que ocurrió en noviembre pasado, las miradas apuntan a que los sicarios podrían haber sido oriundos de Rosario.

Los asesinos usaron una pistola Glock 9 milímetros, con cargador largo de 30 disparos, un arma que aparece de manera permanente en los ataques a balazos y asesinatos en Rosario. Tras el triple crimen las sospechas se centraron en Gustavo Barrientos, alias “Petaco”, un exbarra de Patronato que está preso actualmente en la Unidad Penal Nº2 de Gualeguaychú, condenado a 11 años de prisión por el doble crimen de Matías Giménez y Maximiliano Godoy, quienes fueron acribillados en el barrio Paraná XX en 2012. Una hipótesis que se maneja es que el tirador, el joven que iba detrás en la moto, sería rosarino.

Hay otra trama que une esta historia con la provincia de Santa Fe, de la mano de un personaje clave: Germán Ezequiel Velázquez, un hombre que está prófugo, con pedido de captura ordenado por el fiscal federal de Santa Fe Walter Rodríguez en la causa narco que llevó a la cárcel al exmanager de box Luis Paz, actualmente detenido en el penal de Rawson.

Se sospecha que Velázquez pudo haber continuado con el manejo de la organización que lideraba Paz, el padre de Martín, alias Fantasma, a quien habrían matado Los Monos el 8 de setiembre de 2012, un crimen que fue el origen de la guerra narco que estalló meses después, tras el homicidio de Claudio Cantero, alias Pájaro.

Ese crimen desató una guerra entre dos facciones: Los Monos que pretendían vengar la muerte de Pájaro, y acusaban que detrás del homicidio estaba Luis “Pollo” Bassi, que pretendía quedarse con el territorio de los Cantero.

Los investigadores santafesinos definen a Germán Velázquez como un hombre sumamente cuidadoso en sus movimientos y muy precavido a la hora de establecer contactos. Quienes lo persiguen esperan que cometa un error para atraparlo que nunca se concreta.

El móvil del triple crimen de Paraná aún transita en el terreno de las hipótesis, pero la que aparece con mayor claridad es que uno de los autores materiales sería oriundo del sur de Santa Fe, que serían los que proveían de droga a la banda de Los Teros, con Velázquez como articulador principal.

Un indicio que lleva a sostener esta hipótesis es que el auto que se usó de apoyo en el momento del triple crimen fue robado el 28 de octubre en Rosario. Es un Renault Kwid que está registrado en Granadero Baigorria. El vehículo fue encontrado quemado en Paraná, a unas 40 cuadras de donde se produjeron los tres homicidios.

La historia de Velázquez, ligado a este clan, podría aportar indicios de quiénes pudieron estar detrás de la masacre. Este hombre aparece en el quinto cuerpo del expediente 818/13, en la que se investigó el homicidio de “Pájaro” Cantero.

Ese crimen desató una guerra entre dos facciones: Los Monos que pretendían vengar la muerte de Pájaro, y acusaban que detrás del homicidio estaba Luis “Pollo” Bassi, que pretendía quedarse con el territorio de los Cantero.

Fruto de esos enfrentamientos fueron asesinados Leonardo y Maximiliano, hermano de Pollo, y su padre Luis, en el mismo escenario: la remisería Cinco Estrellas en Villa Gobernador Gálvez.

El nombre de Luis Paz

A causa de esta batalla narco, Luis Paz, a quien le habían matado su hijo Martín, y se había aliado a Bassi se fue para la ciudad de Santa Fe, y se instaló en el country Los Molinos, donde tenía seguridad propia.

Junto a Paz también se fueron parte del clan Bassi, como Milton Damario, un sicario que fue detenido el 11 de setiembre de 2013 en una estación de servicio de Santo Tomé. Junto a Damario fue aprehendido Germán Ezequiel Velázquez, pero no estuvo mucho tiempo preso, porque la captura era contra Damario, a quien luego junto con Bassi y Facundo “Macaco” Muñoz, fueron absueltos en marzo de 2017 por el crimen de Pájaro. En uno de los traslados previos a los tribunales de Rosario desde Coronda la combi del Servicio Penitenciario sufrió una emboscada pero los atacantes no lograron matar a Macaco, Milton Damario y Pollo Bassi.

En ese momento, Velázquez ya estaba instalado en Paraná en una casa en Juan Manuel de Rosas 253, a las órdenes de Luis Paz. En la causa que investigó el fiscal federal Walter Rodríguez, que llevó a la cárcel al exmanager de box el 10 de diciembre de 2018, Velázquez aparecía conectado a través de varios elementos.

En la investigación detectaron que Paz, el arquitecto Andrés Cantelli y Velázquez llevaron un cargamento de droga desde Santa Fe a Rosario por la autopista Brigadier López. En la pesquisa, a través de las escuchas telefónicas, se logró establecer esta maniobra porque los protagonistas tuvieron luego que negociar con los compradores de la droga. La marihuana que entregaron estaba podrida y los rosarinos querían que le devolvieran el dinero o le enviaran un nuevo cargamento.

Velázquez apareció luego con más nitidez en su nexo con Paz, más allá de lo afectivo. Es padrino de una de las nietas del “empresario”. Una de las camionetas en las que se movía el exmanager de box, una Honda CR-V, estaba a nombre de la pareja de Velázquez y él figuraba como empleado de la firma Paz SRL, radicada en Sauce Viejo.

“Luis Alberto Paz junto a Andrés Fernando Canteli tenían poder de disposición sobre el rodado mencionado y el material estupefaciente incautado en su interior; el cual, conforme a las circunstancias de modo, tiempo y lugar del hallazgo, estaba destinado a su comercialización, actividad que los nombrados desplegarían juntos”, describe el fallo del juez federal Francisco Miño. La droga había sido proveída por Velázquez, con quien Paz tuvo una reunión el 12 de noviembre de 2018, en la estación de servicios de la firma Axion Energy Argentina, ubicada en el kilómetro 6 sobre la ruta nacional 168 frente a un supermercado de la red Walmart, según la pesquisa.

Se abrió una segunda causa, que fue elevada a juicio oral, donde se probó que Paz era el “dueño” de 150 kilos de marihuana hallados en una camioneta un día después de su detención. Ese cargamento debía haberlo Canteli, su socio. Y fue encontrado a metros de la casa del arquitecto en barrio Siete Jefes. Velázquez se escapó y aún sigue prófugo. Se sospecha que quedó al mando de la banda tras la caída de Paz.

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