Por ANDRES GIMENEZ – Lo que inició con un despliegue casi heroico de maquinarias en la calle Presidente Perón, terminó en un fiasco de proporciones cómicas… o trágicas, dependiendo de si tienes que transitar por allí.
El día arrancó con una escena que bien podría confundirse con una instalación artística de vanguardia: un camión atmosférico haciendo las veces de aspiradora gigante, succionando agua de los cráteres urbanos que adornan la calle como una especie de queso gruyere. El vecindario, entre sorprendido y esperanzado, se preguntaba si finalmente verían una calle sin parecer la superficie de la luna.
Avanzada la mañana, la maquinaria cambió, pero la suerte, parece ser, no. El intento de nivelar el terreno dejó la vía más intransitable que la carrera de obstáculos en una olimpiada para topos. Para el mediodía, cualquier vestigio de lo que alguna vez fue ripio había desaparecido, como por arte de magia, bajo una capa de tierra y confusión.
El Secretario de Obras Públicas, en su última entrevista, prometió un nuevo ripio y adecuadas pendientes para prevenir futuras acumulaciones de agua. Esperanzas hay, aunque, siendo realistas, los vecinos del Barrio Bustamante podrían empezar a considerar la compra de canoas o aprender el noble arte del patinaje sobre lodo.
Mientras tanto, lo único que podemos hacer es mirar con una mezcla de asombro y resignación cómo el ripio de la calle Presidente Perón pasa a mejor vida, esperando que no sea un adelanto de lo que nos espera en otras arterias del barrio. Por ahora, queridos vecinos, si tienen que pasar por allí, más vale que lleven botas… y un buen sentido del humor.