Por PABLO YAKOMOVSKY – La actual gestión municipal parece haber perdido el rumbo. A un año y medio de gobierno, las promesas de campaña quedaron en el olvido y la realidad de los vecinos refleja una ciudad cada vez más deteriorada. Calles intransitables, falta de inversión, escasa asistencia social y retroceso en infraestructura pintan un panorama desolador que recuerda épocas pasadas.
Calles de tierra y abandono estructural
Lo que antes eran calles de ripio, hoy se han transformado en caminos de tierra imposibles de transitar tras cada lluvia. Charcos, barro y viviendas aisladas son parte del paisaje cotidiano en varios barrios. El deterioro vial remonta a los años 90, también bajo una gestión justicialista.
La falta de mantenimiento y obras no es una percepción, sino una realidad diaria para quienes necesitan movilizarse, trabajar o simplemente entrar y salir de sus hogares. El municipio no ha sido capaz siquiera de reparar un techo que se voló hace seis meses.
Una gestión sin ideas ni proyección
Lejos quedaron las faraónicas promesas de campaña sobre grandes inversiones. Hoy, ni siquiera contamos con una terminal de ómnibus, lo que representa un retroceso enorme para una ciudad que recibe estudiantes, pacientes y viajeros constantemente. Esta carencia no solo evidencia desinterés, sino también una falta total de planificación urbana.
El panorama de obras públicas es desolador: ni calles ni infraestructura básica, ni una sola mejora visible. La sensación es que la improvisación gobierna, sin metas claras, sin gestión eficaz y con una alarmante ausencia de políticas públicas.
Abandono también en lo social
La crítica situación no se limita a lo estructural. La asistencia social es deficiente o directamente inexistente. Vecinos denuncian falta de entrega de mercadería, turnos excesivamente largos y nula ayuda a personas con discapacidad o problemas de salud que necesitan viajar.
El gobierno local se excusa en supuestas trabas provinciales, pero lo cierto es que los fondos de coparticipación llegan normalmente. El aislamiento institucional es responsabilidad de la propia gestión, que dinamitó los puentes con el gobierno santafesino.
Seguridad, otro punto sin respuestas
La inseguridad crece mientras el municipio no invierte en medidas concretas. Se adquirieron motos para una “guardia urbana” que no está reglamentada, no tiene personal asignado y no funciona. Todo parece haber sido una movida electoral desesperada, más que una política real de prevención del delito.
Una gestión que retrocedió dos décadas
En solo 16 meses, la ciudad retrocedió más de 20 años. La actual administración parece estar estancada, sin dirección ni gestión. La comparación con la gestión anterior de Rigo hoy se impone por contraste: mientras antes había inversión y mejoras, hoy hay abandono, desidia y retroceso.