Desde nuestro espacio de opinión, valoramos el pedido de diálogo del Ejecutivo local y la convocatoria a trabajar en conjunto por el bien de la ciudad. Sin embargo, no podemos dejar de preguntarnos si este gesto responde a una verdadera voluntad de consenso o a una necesidad económica urgente.
¿Están dispuestos realmente a ceder el uso del doble voto de sus concejales, que durante tanto tiempo utilizaron para imponer decisiones sin construir acuerdos? ¿O el llamado al trabajo conjunto aparece ahora porque no alcanzan los fondos ni para una cuadra de pavimento, y mucho menos para avanzar con la Terminal de colectivos?
El diálogo es fundamental, pero debe ser sincero, sin especulación política ni oportunismo financiero. Trabajar juntos implica respetar al Concejo como órgano deliberativo y no como una escribanía del Ejecutivo. Solo así podremos construir una ciudad más justa, ordenada y con futuro.
Y si el pedido de consensos es genuino, cabe entonces preguntarse: ¿Dónde quedaron aquellas frases como “somos un municipio de autogestión” o “nosotros solos podemos”? ¿Quedaron sepultadas por la realidad económica? ¿O será que ahora necesitan imperiosamente los 67 millones de pesos gestionados por el Senador Michlig y el Diputado González para realizar una sola cuadra de pavimento —la del Jardín de la Escuela N° 40— y finalmente terminar la tan anunciada, y aún inconclusa, remodelación de la Terminal de Ómnibus, que fue eje central de campaña?
Coherencia es lo mínimo que se espera de quienes gobiernan. Si verdaderamente se busca diálogo, el primer paso es dejar atrás el relato y asumir, con responsabilidad, que solos no pudieron. Y que, en democracia, gobernar también significa escuchar, consensuar y construir con el otro.