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“Por nada del mundo, toquen la pala”, dijo el homicida a su familia

SCaldia
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Andrés Alejandro Juárez tiene 27 años, seis hijos y espera el séptimo, que está “en camino”. Vive junto a su esposa y familia en el barrio Santa Lucía. Es el único detenido por el horrendo crimen de Marisol Bustos.

Ella tenía cuatro hijos en dos concubinatos. Vivía junto a su último concubino y su hijo de 9 años, en el barrio Bosco II.

Los caminos de Andrés y Marisol se cruzaron a mediados de 2014, en una reunión de amigos donde ingirieron bebidas alcohólicas. La mujer conocía al padre del homicida, con quien tenía una relación de amistad, identificado como Fernando “Pila” Juárez —de 57 años—.
Pero con el paso de los años, la amistad de Marisol y Fernando terminó creando una discordia en la familia. Para Andrés, Marisol se aprovechaba de su padre y le sacaba dinero. Al punto tal, que a principios de este año el jubilado, le había comprado una bicicleta para su amiga. “Llevate la ‘bici’, para que tengas para movilizarte”, le habría dicho a su amiga y le entregó el rodado.

Fue así que día a día, el hijo menor de Fernando, comenzó a gestar en su interior odio hacia la mujer. Conjuntamente a ese rencor, habría comenzado a idear el crimen. El detonante final a tomar su decisión, fue el supuesto robo de un celular de parte de Marisol en su propiedad. Estaba completamente enfurecido y decidido a acabar con ella.

Aprovechó que el viernes 30 de octubre estaba en su casa reunida con su padre y otros hermanos ingiriendo bebidas alcohólicas. La mujer desapareció ese día. Al día siguiente, habría compartido vinos con sus amigos y en la noche, Andrés concretó su plan. La llevó a una zona montuosa ubicada en cercanías de su vivienda, ubicada en avenida Solís y circunvalación.

La asfixió, la golpeó, la arrojó en un pozo y le prendió fuego. En medio de la madrugada del domingo 1 de noviembre, Andrés habría vuelto a su casa, donde buscó una pala y regresó al lugar donde asesinó a la víctima. Con la herramienta habría intentado cortar sus piernas. Para luego, volver a su hogar y hacer su vida como si nada hubiera pasado.

De acuerdo con testimonios recabados, el homicida al tomar conocimiento de la búsqueda de Marisol que inició la Policía y la familia el martes 3 del corriente mes, comenzó a cambiar su semblante. Estaba nervioso y constantemente, reaccionaba de manera agresiva. Constantemente respondía de mala manera y se dirigía hacia el monte.

Herramienta

Mantuvo una conversación con su concubina, a quien le habría dicho: ”Que nadie toque la pala por nada del mundo”. Luego, recomendó: “Ni vos ni los chicos toquen esa pala. Más vale que me hagan caso. No la toquen”. Luego, la guardó.
La herramienta, el día de su detención, fue secuestrada por los uniformados para ser peritada.

Mientras la Policía ahonda en las pesquisas pertinentes sobre los pormenores del caso, se conoció, que se espera la declaración indagatoria del homicida que se realizará en las próximas horas por la Fiscalía que interviene en el caso.

 «No vuelvo más», le dijo a su pareja

Los efectivos de la División Trata de Personas estaban en la puerta de su casa. Eran aproximadamente las tres de la tarde del sábado 7 de noviembre. Andrés vaticinó su futuro.
Había sido entrevistado por los investigadores en reiteradas oportunidades mientras se buscaba a la joven madre desaparecida. Pero sabía y presentía que “su hora había llegado”.
La pareja de Andrés salió a atender a los policías y luego regresó. “Quieren hablar contigo”, le habría dicho. Por lo que este le respondió: “No vuelvo más”.

Salió a atender a los efectivos y luego, regresó para vestirse. Se retiró de la vivienda, frente a su familia, detenido acusado del supuesto delito de homicidio en perjuicio de Marisol Bustos.
Andrés fue alojado en sede policial, donde permanece detenido mientras el Ministerio Público Fiscal y la Policía continúan con las averiguaciones del caso.

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