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Los chicos que quieren que Macri muera

SCaldia
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Alumnos de una escuela porteña y un deseo para 2019 que no generó reacciones de su maestra ni de sus padres.

“Queeee… se muera Macri; queeee… se muera Macri, queee… se muera Macri…”. La maestra había pedido a los alumnos que escribieran en una cartulina pegada en el pizarrón sus deseos para 2019 cuando, impulsado por uno de los pequeños, surgió el coro que entonaron cinco o seis de ellos durante algunos minutos. Los chicos que le deseaban la muerte al Presidente celebraban su último día de clase: se trataba del acto de entrega de boletines por el cual todos ellos pasaban de tercero a cuarto grado. Es decir, andan entre los 8 y los 9 años.

La escena sucedió el miércoles 19, en una escuela municipal de un barrio porteño de clase media. Se trata de una de esas escuelas con prestigio dentro del ámbito estatal de la Ciudad, a la que muchos padres eligen convencidos de que la educación pública sigue siendo muy importante para que sus hijos crezcan al tanto de la realidad social, como contraposición a la caja de cristal en la que crecerían quienes van a un colegio privado. Otros padres mandan a sus hijos ahí simplemente porque es gratuita y no podrían pagar una cuota.

Apenas el grupito de chicos comenzó su coro contra Macri, algunos padres que asistían al pequeño acto dentro del aula se miraron con desconcierto. Una sensata madre indicó: “No, chicos, eso no”, pero sus palabras se perdieron en medio del ruido general. Otros padres, en cambio, se miraron cómplices por la “gracia” de sus hijos. La madre del niño que había comenzado el canto confesó: “Y bueno, no estaría mal que se muriera”. La maestra, a todo esto, no dijo nada. Nada.

Los chicos finalmente se distrajeron con otra cosa y el canto cesó. Como si hubieran cantado un villancico acorde con el espíritu navideño. Ni la maestra ni los padres consideraron que había que explicarles a esos chicos que no estaba bien desearle la muerte a nadie. Ni en la escuela ni en la calle ni en una cancha. Que no es un chiste ni un juego. Ni a los 8 años.

Que no hay diferencia entre desearle la muerte a Macri ahora y festejar el falso cáncer que tuvo Cristina Kirchner en 2012 o el cáncer verdadero que mató a Evita en 1952.

Que no hay nada de progre en celebrar la muerte. Al contrario, es lo más retrógrado que puede haber en un ser humano. Bien facho, para decirlo con su jerga.

Tal vez suceda que muchos de esos padres, por una cuestión de edad, crecieron cuando la última dictadura agonizaba o ya había terminado. Y no vivieron esa época en la que tantos le desearon la muerte a otros tantos con éxito. Cuando la grieta era de vida o muerte de verdad, no de discusiones por Facebook.

No entienden que lo peor de querer ver muerto a alguien simplemente porque piensa distinto es que existe el riesgo de que se cumpla.

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