Los enfrentamientos entre los seguidores de Juan Guaidó, autoproclamado presidente, y las fuerzas de seguridad dejaron nuevas víctimas. Maduro denunció la injerencia de EEUU y Trump retiró a sus diplomáticos.
Desde que Juan Guaidó se autoproclamó presidente interino de Venezuela, la tensión social no cesa. En medio de la puja de poder con el chavismo, desde el lunes se registraron al menos 26 muertos en las protestas antigubernamentales. La cifra la confirmó la ONG Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS).
Según el registro de esta asociación, del total de las muertes, dos ocurrieron en el estado de Amazonas, cinco en Bolívar, siete en Caracas, tres en Portuguesa, tres en Barinas, tres en Táchira, dos en Monagas y una en Yaracuy.
A su vez, la ONG Foro Penal, que lidera la defensa de los considerados presos políticos en el país, indicó que desde el lunes las fuerzas de seguridad chavistas detuvieron a 328 personas.
La escalada de violencia se intensificó después de que el líder de la Asamblea Nacional, de mayoría opositora, considerara que Nicolás Maduro había usurpado el Ejecutivo tras ser reelecto en «unas elecciones fraudulentas» y se autodesignara como «presidente encargado de Venezuela» hasta la convocatoria de nuevos comicios.
La respuesta del chavismo fue inmediata y la represión de la Fuerza Nacional Bolivariana tomó el control de las calles, en donde se estaban realizando multitudinarias marchas en contra del régimen.
De la vereda contraria, y también acompañado por una gran cantidad de adeptos a su Gobierno, Maduro salió a responderle a su oponente político y lo calificó de «títere» del gobierno de los Estados Unidos, país al que denunció de haber interferido en la autoproclamación.
Pero las idas y venidas entre ambos dirigentes parece no tener fin. A solo un día de este acto, ambos volvieron a enfrentarse públicamente. En el caso del presidente venezolano, lo hizo desde la apertura de sesiones del Tribunal Supremo de Justicia. Allí, Maduro redobló la apuesta y confirmó el cierre de su embajada en Washington, tras pedirle al personal diplomático estadounidense que abandonara el país caribeño.
Sin revelar su ubicación, para evitar una posible detención, Guaidó no se quedó callado y dio una breve entrevista. En diálogo con Univisión, adelantó que si el líder chavista abandona el Gobierno, evaluarían otorgarle una amnistía. Ya que, según argumentó, lo importante es recuperar «el orden constitucional».
A su vez, negó haberse reunido con Diosdado Cabello, el número dos del régimen, antes de su autoproclamación. El político chavista había revelado que ese encuentro secreto fue un pedido explícito de la oposición, a la que acusó de «no cumplir su palabra«. Sin embargo, Guaidó manifestó que eso no había ocurrido y que Cabello «miente hasta cuando dice la verdad».
La tensión en el país escaló hasta llegar a la agenda internacional, a tal punto que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, no descartó una intervención militar y pidió una sesión de urgencia del Consejo de Seguridad de la ONU para tratar el tema.
La insistencia del magnate no fue vista con buenos ojos por Rusia, un socio estratégico de Venezuela que ya adelantó su apoyo al régimen en esta encrucijada política. El presidente Vladimir Putin advirtió que una escalada militar podría convertirse en «un baño de sangre».
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, también descartó como mejor opción una escalada armada en Venezuela, ya que significaría «un desastre para el pueblo venezolano».
En el Foro Económico de Davos, en Suiza, Guterres resaltó: «Los gobiernos soberanos tienen la posibilidad de decidir lo que quieran. Lo que nos preocupa de la situación de Venezuela es el sufrimiento del pueblo».