San Cristóbal – En un momento crítico para la gestión local, donde la eficacia administrativa se convierte en el timón que debe guiar el desarrollo y bienestar de la comunidad, el enfoque en la reelección más que en la acción efectiva suscita una legítima preocupación entre los vecinos y observadores atentos a la política municipal.
La retórica empleada por Andreychuk, evocando la «herencia» en términos que recuerdan al estilo Kirchnerista, y su aparente obsesión por disputas políticas pasadas, han dejado un sabor amargo en aquellos que esperaban un mensaje de unidad, dirección y, sobre todo, de proyección hacia el futuro. La mención de desafíos heredados, si bien puede tener un fundamento válido, no exime a la actual administración de la responsabilidad de avanzar y superar dichos obstáculos con soluciones innovadoras y efectivas.
La ausencia de un plan de gobierno claramente delineado, que establezca objetivos concretos y estrategias a corto, mediano y largo plazo, plantea interrogantes sobre la capacidad de liderazgo y gestión del intendente. En política, como en la vida, el pasado puede servir de lección pero nunca debe convertirse en una excusa para la inacción. La ciudadanía espera y merece un liderazgo que mire hacia adelante, capaz de trascender las divisiones partidarias en busca del bien común.
Andreychuk, al referirse a su gabinete como «apolítico», parece olvidar una verdad fundamental expresada por Aristóteles: el ser humano es por naturaleza un «animal político». La política, en su esencia más pura, es el arte de gobernar y tomar decisiones que afectan el tejido social de nuestra comunidad. Pretender despolitizar la gestión pública es ignorar la inherente naturaleza política de la toma de decisiones que afectan a todos los ciudadanos.
Es momento de que la administración municipal se centre en la tarea que tiene entre manos. Las promesas electorales deben materializarse en acciones concretas que reflejen un compromiso genuino con el progreso de San Cristóbal. No hay lugar para experimentaciones improvisadas ni para la distracción de futuras campañas electorales. Cada decisión tomada desde el gobierno local repercute directamente en la vida de los ciudadanos, y es bajo esta premisa que deben evaluarse las prioridades y el enfoque de la gestión de Andreychuk.
En conclusión, la comunidad de San Cristóbal se encuentra en un punto de inflexión. Los próximos pasos del Intendente y su equipo serán cruciales para determinar si son capaces de superar las críticas y demostrar, a través de acciones concretas, que están a la altura del desafío de gobernar con visión, eficacia y, sobre todo, con un compromiso inquebrantable hacia el bienestar y el desarrollo sostenible de la ciudad. La historia juzgará si fueron capaces de transformar las promesas en realidades tangibles para todos los Sancristobalenses.