Ad image
Ad image

Advierten una gran circulación de aceites de cannabis fraudulentos

SCaldia
SCaldia
Ad image

El laboratorio de la Facultad de Bioquímica empezó a recibir preparados de pacientes con bajo contenido de cannabinoides.


Siete de cada diez muestras de aceite de cannabis que llegan al laboratorio de la Facultad de Ciencias Bioquímicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) tienen un bajo contenido de cannabinoides, aquellos compuestos que generan efectos terapéuticos. La presencia de aceites extremadamente diluidos ya había sido detectada por los bioquímicos, pero se incrementó este año cuando los mismos pacientes empezaron a acercar las muestras de los preparados que consumen para tratar, principalmente, reumas, artritis y otros tipos de dolores; generalmente sin ningún acompañamiento médico.

En febrero pasado, Bioquímica inauguró un servicio de aceite de cannabis para uso medicinal con el objetivo de acercar a la comunidad información clave garantizando el derecho a saber qué es lo que se consume.

La facultad ya tenía experiencia en estos testeos. Hace dos años, cuando se promulgó la ley provincial de cannabis medicinal, se comenzaron a hacer ensayos con la idea de conocer qué tipo de aceites consumía la población. Las muestras llegaban sólo a través de organizaciones intermedias relacionadas a estudios cannábicos, como Arec o Aupac.

Pero desde hace tres meses, se decidió abrir este servicio para que cualquier persona que utilice aceite de cannabis para aliviar alguna patología pueda saber a ciencia cierta que está tomando. En la sala 9 del Hospital Centenario funciona el Sistema Integrado de Estudios Bioquímicos Especializados (Siebe). Allí, de lunes a viernes, de 8 a 12, se entregan los instructivos y los materiales para recolectar las muestras que llegarán al laboratorio.

Los análisis son confidenciales, sólo se identifican con un código, y los resultados se reciben por mail. Voluntariamente, los usuarios del servicio pueden completar un cuestionario anónimo que pregunta si el aceite fue adquirido en el mercado formal o informal, si es de procedencia nacional, internacional o de producción casera; si se conoce la planta utilizada o la forma de extracción y, finalmente, la dolencia por la cual se consume, si está bajo tratamiento médico y qué cantidad de gotas toman por día.

El servicio es único en su tipo en toda la región. El laboratorio de la facultad no sólo recibe muestras de Rosario, sino también de Entre Ríos y la provincia de Buenos Aires. En total, se procesan un promedio de 40 muestras por mes, la mayoría provenientes del mercado ilegal.

El test determina la concentración de dos cannabinoides importantes: CDB (con un significativo beneficio medicinal) y THC (más psicoactivo). La presencia o no de estos cannabinoides es lo que indica si el aceite tiene una función terapéutica o si se trata de preparados que actúan apenas como placebos.

Los resultados

«La experiencia de estos meses nos permite sacar dos conclusiones: vemos muchas muestras con concentraciones muy bajas, mucho más que las que veíamos en los aceites que nos acercaban las organizaciones de cultivadores. Las muestras que circulan comercialmente en el mercado negro, en general, están bastante diluidas. Y también vemos que hay mucha gente que consume los aceites y no tiene ningún asesoramiento ni supervisión del médico», explicó el decano de la facultad de Bioquímica, Esteban Serra.

De las muestras recibidas en la facultad desde que se abrió el servicio, un 70 por ciento mostraron tener menos de un miligramo de cualquiera de los dos cannabinoides por mililitro de aceite. Hace dos años el porcentaje de aceites con escaso contenido de cannabinoides era del 40 por ciento.

«Un miligramo por mililitro es un porcentaje bajo. En general, los aceites son más concentrados. Los que se producen en Chile, por ejemplo, tienen cuatro miligramos (3 de CBD y 1 de THC), el aceite de Charlotte tiene 50 miligramos de CBD.

La producción

Hace dos años en el país se aprobó la ley de cannabis medicinal, lo que llevó el aceite a un marco de legalidad. Pero aún no existe producción legal de estos preparados, el laboratorio provincial de medicamentos presentó un proyecto pero aún no fue aprobado por Nación.

En ese contexto, los aceites que circulan son los importados, los únicos admitidos por la Administración Nacional de Medicamentos (Anmat); los preparados en forma artesanal por cultivadores o los que se venden en el mercado negro.

Para Serra, «es necesario que se ordene la producción de alguna manera. Porque hay mucha gente consumiendo aceites que se producen sin ninguna participación de profesionales y, encima, lo hacen sin una supervisión médica».

Por eso, sostiene, «se necesita una reglamentación clara que permita hacer producciones legales. Hace falta una revisión de la ley actual, una vuelta de rosca. Se trata de una legislación que estuvo impulsada por autocultivadores, pero en la sanción se le dio un ordenamiento más hacia lo farmacéutico. Por eso, quedó a mitad de camino de todo: los autocultivadores quedaron disconformes y la ley no resuelve nada».

En ese contexto, cada vez son más las personas que recurren al cannabis. La mayoría de las personas que acercan sus muestras a la facultad son adultos y adultos mayores que utilizan el cannabis para morigerar dolores de distinto origen, artritis, artrosis o dolores neuropáticos, dolencias para las cuales está descripto que el cannabis tiene cierta actividad.

¿Por qué recurren al cannabis? En general, describe Serra, «se trata de gente que tiene una dolencia crónica, que no ha encontrado una respuesta favorable en la medicina formal y entonces empieza a transitar alternativas. También la sociedad ve el consumo de cannabis como menos pernicioso que cierto tiempo atrás y está el preconcepto de que como es natural, es inocuo y no te puede hacer mal. Hay un discurso circulando que dice que todo lo natural es necesariamente bueno, pero eso no tiene ningún asidero».

ETIQUETADO:
Comparte este artículo
Ad image