El Maracaná es enorme. Inmenso. Casi inabarcable. Con gente o vacío, igual impone esa imagen imponente, ese espíritu inconquistable. Pero Racing no sabe de imposibles, en una noche traumática, dramática, un partido que parecía perdido primero, ganado después, y otra vez perdido por el empate agónico de Flamengo y el drama desde los 11 metros.
Otra vez, Racing se hizo fuerte en las difíciles, supo bancar la parada y no se rindió nunca. La Copa a veces es generosa con los corajudos, y la Academia volvió a ser ese equipo inquebrantable. Como contra Independiente aquella noche, pero un poco mejor todavía.
Futbolísticamente, fue un partido cuesta arriba durante más de una hora. La propuesta osada de Beccacece murió en la intención. Más allá de alguna pincelada de atrevimiento, a la Academia le faltó peso: en el medio para recuperar, en tres cuartos para elaborar, en el área para definir. Ante un esquema así, con línea de tres/cinco, con dos volantes centrales de poca recuperación pero buen manejo, Racing dependía de un elemento clave: tener la pelota.
Y casi no la tuvo desde el momento en que la presión del Flamengo impuso condiciones en el medio y desde esa recuperación que la Acadé no tenía, dejó al rival sin argumentos. Fue un monólogo, con muchos momentos de una defensa desesperada, con diez jugadores en el área, salvo en dos o tres momentos puntuales, en los que el Fla cambió de aire y Racing aprovechó para fantasear con un gol, con alguna jugada. Las dos o tres veces que Fértoli logró desbordar, el área de Alves era un desierto de camisetas albicelestes.
La única buena noticia, la única esperanza, era que Flamengo hizo todo lo posible para no hacer un gol. Tuvo cerca de una docena de chances, principalmente en los pies de Vitinho, el desventurado reemplazante del añorado Gabigol, ausente por lesión. El primer punta, héroe mucho antes de los penales, fue Gabriel Arias. El arquero de la Academia sacó un mano a mano a Vitinho (tras una espantosa salida de Soto) y otro tiro del delantero que se desvió en el lateral y se metía… Hubo un cabezazo en el área chica de Bruno Henrique, otro tiro de Vitinho que le erró al arco…
De eso se agarró Racing, de que Flamengo se desgastara de tanto ir, y algo de eso hubo. El ingreso de Montoya le trajo otro aire al equipo… y la expulsión de Caio por doble amarilla le abrió una puerta grande al equipo de Becca. Y el minuto mágico se hizo realidad: centro al área, aparición fantasmal de Sigali y golazo para la clasificación.
Si hasta el intento de Bruno Henrique de jugarla con el taco habilita una segunda jugada para que el gol de Sigali no se considere offside… En ese minuto se alinearon los planetas para Racing, sobre todo porque toda la claridad que tenía Flamengo para generar situaciones se le vino encima, por los goles errados y la crisis del campeón de América que no tiene fin. Arias siguió sosteniendo (como el cabezazo que le sacó a Pedro), aunque no pudo con la última arremetida de William Arao. Y cuando la heroica parecía escurrirse por los dedos, los cojones de Racing salieron al rescate. Enorme los pateadores y enorme Arias, y este Racing indestructible está entre los mejores ocho equipos de América. A su salud.
Lo ganaba por un gol de Sigali y jugaba con un más, pero se lo empataron en el descuento por un cabezazo de Willian Arao. Pero como durante los 90 minutos, ahí apareció Gabriel Arias, la enorme figura en Río de Janeiro, que le atajó justamente el remate a Arao y disfrutó de la efectividad de Licha López, Matías Rojas, Sigali, el pibe Alcaraz y Fabricio Domínguez para una victoria épica.
Ahora, Racing espera por el ganaron de Boca o Inter de Porto Alegre para los cuartos de final. Pero claro, eso será dentro de dos semanas. Ahora, en estos días, es hora de disfrutar para la sufrida Academia, que venía con problemas por la salida de Diego Milito.