Gustavo Nuñez era una especie de fantasma en la geografía narco de Rosario. Esa categoría encaja en su historia porque recién el 19 de junio pasado fue detenido con un cargamento de 391 kilos de cocaína que la organización que comandaba ocultaba dentro de una camioneta BMW en un sucio galpón de Villa Gobernador Gálvez, ajeno a los enfrentamientos que se repiten cada día en esa ciudad por las disputas por un pedacito de territorio marginal para la venta de drogas.
En la causa que investiga el fiscal federal Walter Rodríguez aparecen indicios de que este hombre que fue procesado este lunes no solo articulaba la llegada de la droga de Paraguay en avionetas que aterrizaban en campos de la provincia de Santa Fe, uno de ellos en Larrechea, sino también se proveía de cocaína de Bolivia y el norte argentino. Se sospecha que desde esa región los cargamentos llegaban a Santa Fe por vía terrestre.
Nuñez conducía su organización, que proveía de estupefacientes a bandas de CABA y la provincia de Buenos Aires, con extremo cuidado y por lo que trasciende de la investigación –a la que tuvo acceso AIRE- desde hace mucho tiempo, lo que representó un desafío para los investigadores de Gendarmería, en un primer momento, y de la Policía Federal. Nuñez cambiaba de autos, de casa, sabía moverse con suspicacia para evitar ser detectado.
Los registros de migraciones de Nuñez aportaron un indicio que demuestra que este hombre articulaba la provisión de estupefacientes en el sur de Santa Fe por lo menos desde hacía más de ocho años. Es extraño cómo en ese periodo de la historia reciente del narcotráfico en Rosario, donde todos salieron manchados de sangre o están encarcelados, Nuñez logró salir indemne.
El 2 de abril de 2013, Núñez cruzó el puente San Ignacio de Loyola y entró a Paraguay a la 1.12 de la madrugada. Iba en una camioneta VW Amarok. El dueño del vehículo era Diego Cuello, un hombre de 36 años, condenado a 11 años de prisión por narcotráfico con la banda de Los Monos, que fue clave en la prehistoria de la guerra narco que se desató en Rosario a partir del crimen de Martín “Fantasma” Paz, que ocurrió el 8 de setiembre de 2012.
Diego Cuello fue detenido dos días después de cruzar a Paraguay con Núñez. Cayó preso en un allanamiento ordenado por el juez Juan Carlos Vienna, que instruía la megacausa de Los Monos, a una chacra en la localidad de Alvear. Todo terminó en un escándalo. Pero Nuñez, extrañamente, siguió siendo un “fantasma”.
El caso de la narcochacra terminó en un escándalo judicial. Viena había dado la orden de allanar ese campo porque presumía que se escondían electrodomésticos robados de un depósito de Calatayud.
No hallaron los lavarropas que buscaban pero misteriosamente la policía encontró 12 kilos de marihuana, cuatro de cocaína, armas de fuego, vehículos y unos 150.000 pesos en billetes de baja denominación que, se presumían, provenían la venta de la droga.
Entre las irregularidades de ese procedimiento que figuran en los videos del operativo, filmados por la propia fuerza, se advierte que un efectivo grita “bingo, efeté», y se lleva una bolsa negra de nylon que se sospechó en ese momento que contenía dinero.
El caso derivó en la apertura de tres causas judiciales. Una federal por narcotráfico, por el hallazgo de los 16 kilos de droga, otra por tenencia de armas y una tercera contra los policías.
En septiembre de 2015 un tribunal federal absolvió a Cuello y a otras tres personas al considerar nulo el allanamiento. El fiscal Adolfo Villate que, además de pedir la absolución, solicitó que se investigara la actuación de los policías y si el juez Vienna había sido inducido por los policías a realizar ese allanamiento. La investigación contra los policías recayó en la entonces jueza Alejandra Rodenas.
En el juicio en el fuero federal en el que resultó absuelto, apareció otro extraño episodio. Cuello dijo que lo habían obligado a declarar sobre el crimen de Martín “Fantasma” Paz, el primer asesinato que abrió el capítulo de la llamada “guerra narco” en Rosario.
Dos años después del operativo escandaloso, Cuello fue detenido en el marco de la causa de Los Patrones, la primera investigación en la justicia federal, después de 20 años, que logró condenas contra los principales líderes de la banda de Los Monos, que ya estaban presos, como Ariel Cantero, alias Guille.
Muchos se sorprendieron que Cuello formase parte del clan Cantero. Porque en julio 2013, cuando estaba preso en Piñero por la dislocada causa de la “narcochacra”, declaró ante el juez Vienna que conocía tanto a Paz como a Los Monos.
En esa causa federal en 2017, Cuello declaró que cuatro años antes Vienna lo había presionado para que declarara contra los Cantero sobre el crimen de Paz. A Cuello lo habían baleado en abril de 2015, cuando llegaba en su auto a su casa en Hilarión de la Quintana 1957, junto con sus dos hijas. Luego de desdecirse en la justicia federal se especuló que ese cambio tuvo que ver con el ataque a balazos.
En cambio, quien parecía ser su socio, Gustavo Nuñez, el proveedor más grande de cocaína de los últimos tiempos, después del laboratorio clandestino desmantelado a Delfín Zacarías, permaneció siempre en la oscuridad, sin un solo antecedente. Problemas de pareja terminaron por exponerlo en las escuchas telefónicas que había autorizado la justicia desde hacía casi dos años.