El gobernador Omar Perotti convocó el viernes pasado a la Casa Gris a los presidentes de la Cámaras Argentina de la Construcción de Rosario y Santa Fe. Para que no quedasen dudas de por qué estaban allí, los recibió acompañado por los ministros de Economía, Walter Agosto, y de Infraestructura, Silvina Frana, ambos dispuestos a escuchar y a allanar las necesidades de los empresarios. La alfombra roja a un sector con el que este gobierno tuvo serios cortocircuitos durante el año pasado se debe a una única razón: meter “acelerador a fondo” a la obra pública, como explicó una fuente de la Casa Gris.
El desenvolvimiento de la obra pública tiene preocupado al gobernador, porque siempre la pensó como una columna vertebral de su gestión, pero llegada la mitad del segundo año de gestión los niveles de ejecución no son los óptimos a pesar de los anuncios y licitaciones permanentes.
Por eso Perotti tomó el asunto en sus propias manos. Puertas adentro se ocupó con el ministro de Economía de revisar área por área el desempeño de los funcionarios y el ritmo de gasto. Puertas afuera, se sentó a hablar con los directivos de ambas filiales de la CAC.
En el encuentro les ratificó que su gobierno no tiene obras emblemáticas o de gran escala sino pequeñas y medianas y muy diversificadas territorialmente. Los invitó a entrar a las licitaciones y competir. También les anunció que la provincia adhirió al blanqueo de capitales para la construcción que había dispuesto el gobierno nacional, lo que garantiza que la provincia no va a gravar lo que Nación perdona.
El gobernador está preocupado porque llegada la mitad del segundo año de gestión, las partidas de obra pública siguen siendo subejecutadas, y ahora no por decisión política como fue en 2020, ni tampoco por falta de recursos. Según los datos del BCRA que difundió el jefe de la bancada socialista Joaquín Blanco, los saldos bancarios del gobierno ascendían a 70 mil millones en abril.
Si algo tiene el gobierno, es dinero. Superávit en 2020, superávit en el primer trimestre del año, números muy parecidos en el segundo trimestre que termina esta semana y recaudación varios puntos por encima de la inflación. Lo que le faltan son proyectos técnicos donde gastar el dinero.
Por eso, en un tramo de la reunión, que las dos partes calificaron con muy buena, Perotti pidió ayuda a ambas Cámaras de la Construcción para agilizar proyectos a través de sus oficinas y asesores técnicos.
Los niveles de inversión en obra pública fueron 128% más altos en el primer trimestre de este año comparado con el mismo periodo de 2020. Pero es un espejismo, porque en 2020 la provincia casi no hizo obra pública salvo las referidas a la emergencia sanitaria. Y menos en esos primeros tres meses de gestión donde se había decidido paralizar todo. Para una comparación “normal” hay que remontarse al primer trimestre de 2019 (el último del Frente Progresista) y los números son deficitarios para la gestión Perotti: 26% menos en valores nominales y 64,8% menos si se le descuenta la inflación. Es lógico que el gobernador no esté conforme.
Si bien la falta de proyectos técnicos es el aspecto a resolver, otra razón que se señala en el propio gobierno es la dimensión del Ministerio de Infraestructura que comanda Silvina Frana. Bien podría llamarse megaministerio, ya que reúne áreas y las empresas de servicios que en los anteriores gobiernos estaban distribuidas en distintos ministerios y secretarías, cada una con sus respectivas áreas de Habilitación (autorización y control de partidas), lo que proveía la fluidez y eficiencia que el gobernador exige.
Que Perotti en persona haya recibido por iniciativa del gobierno a las autoridades de la CAC Rosario y Santa Fe, y que las dos partes hayan salido más que satisfechas, resulta una vuelta de página sobre una relación marcada por tensiones y desconfianzas mutuas.
A grandes rasgos, el mapa del sector de constructoras indica que en el centro norte las empresas tienen mayor dependencia de la obra pública, mientras que en Rosario son firmas de mayor envergadura, con una cartera de clientes más diversificada que en varios casos participan de UTEs que licitan a nivel nacional
Un poco de historia
El perottismo llegó al gobierno en diciembre de 2019 con la idea de cambiar el compre santafesino en la obra pública que venía de tiempos del socialismo. Sostenía que había provocado una suerte de coto cerrado y cartelización y que eso elevaba los costos para el Estado.
Los empresarios, por su parte, estaban convencidos de que el gobernador quería romper el sistema de compre santafesino que le da ventajas a las empresas locales a la hora de licitar o usar productos fabricados dentro de la provincia, para abrir la tranquera a empresas de otras provincias. Todos apuntaban a Córdoba, no sólo por la relación de Perotti con Juan Schiaretti sino por el respaldo de privados de esa provincia que tuvo la campaña del rafaelino.
Durante su campaña electoral fue el único candidato a gobernador que no concurrió a entrevistarse a las filiales de la Cámara Argentina de la Construcción, a las que veía como factores de poder económico aliados al Frente Progresista y para evitar compromisos a la hora de hacer lo que hizo apenas asumió.
En enero de 2020 paralizó la obra pública y dejó de pagar los certificados de obra atrasados del gobierno anterior. No es que no había plata. Lo hizo como una forma de patear la mesa, imponer condiciones a las empresas y presionar a la Legislatura para que le aprobase endeudamiento.
El paso siguiente fue consolidar la deuda flotante, para lo cual emitió 4.500 millones de pesos en títulos públicos y 1.500 millones en cheques de pago diferido, cuyos primeros vencimientos operaron recién en marzo de este año. La medida no fue bien recibida por los constructores pero no tuvieron otra alternativa que aceptar.
El resultado fue un 2020 con niveles históricos de subejecución de obra pública. Sólo en el área de Salud, que fue la que más gastó por la pandemia, la ejecución fue del 16% de lo presupuestado.
Finalmente, apremiado por la necesidad de acelerar la obra pública, el gobierno le tendió la alfombra roja a las empresas constructoras. La reunión, como dijo una fuente de la Casa Gris, fue muy positiva y se habló de lo mucho que hay para hacer hacia adelante: mientras tanto, el pasado, pisado.