La mujer de 39 años fue víctima de abuso sexual y contó las macabras situaciones por las que pasó desde su niñez hasta su adultez. Fue violada por su padre, quien ahora mantiene lidera un culto religioso en la misma casa donde cometió los aberrantes hechos.
Verónica Chávez, denunció que fue abusada sexualmente por su padre, Juan Ambrosio Chávez, de 62. Las violaciones comenzaron cuando la mujer tenía 12 y se extendieron hasta sus 35 años, de manera continua. Ahora la mujer se enteró de que su abusador es ahora un líder religioso.
Según consignó la víctima a Crónica.com.ar, los abusos ocurrieron por primera vez en 1992, en su casa, ubicada en la calle Armonía al 4000, en el barrio de González Catán.
“Me abusaba todos los días y buscaba constantemente excusas para quedarse solo conmigo. No me dejaba ni tener amigas y me decía que si me negaba lastimaría a mi hermana o mamá”, contó Chávez. A los tres meses de la primer violación, la mujer, en ese entonces una pequeña comenzó a presentar trastornos en su conducta alimentaria de anorexia y bulimia.
Por ese motivo, en 1996, ingresó al insitutito ALUBA (Asociación de Lucha Contra la Bulimia y Anorexia). “Tras un intento de suicidio, le cuento a un psicólogo de ahí lo que me hacía mi padre, pero me dijeron que la culpa la tenía yo”, relató la mujer. “Estuve internada de manera ambulatoria, por lo que a mi progenitor se le dificultaba abusar de mí hasta que salí de ese lugar”, explicó.
Una vez que Verónica abandonó su tratamiento en la clínica, la mujer aseguró que Chávez le controlaba cada movimiento. “Si me tomaba un bondi tenía que mostrarle la hora del pasaje y tardar menos de una hora”, detalló. Verónica relató que su papá la “manipulaba psicológicamente”y que, a medida que ella crecía, se iba animando a contarle a más gente.
“A los 26 años empecé la carrera de Trabajo Social y le conté a unas compañeras de los abusos que sufría en mi casa. Ellas me ayudaron a mudarme recién en el 2010. Antes, no tenía ninguna amiga en quien confiar”, manifestó la víctima.
De todas formas, una vez lejos de su barrio de la infancia, Chávez se las ingeniaba para aparecerse en su departamento sorpresivamente. “Me pagaba el alquiler o entraba a la fuerza y buscaba la forma de que yo no pudiera negarme y me sometía sexualmente”, expresó.
“Tras otro intento de suicidio, me internaron en el Hospital Santojanni y sólo me dejaron salir con la condición de que fuese a vivir a casa de mis padres. En ese momento, tenía 32 años”, estableció.
Recién en el 2015, la mujer junto las fuerzas para frenar todo contacto con sus padres: “me fui a vivir sola, a un lugar que ellos no conocían. Se puede decir que me escondí”. Fue en ese tiempo también, que Verónica se acercó a grupos feministas y de sobrevivientes de abusos que le permitieron sobrellevar la pesadilla vivida todos esos años.
“Después de hacer la denuncia en diciembre del 2018, me animé en a escracharlo en Facebook en junio de este año. A raíz de eso, una antigua vecina de González Catán se contactó conmigo y me contó que mi abusador se hizo evangélico y en su casa hace reuniones con otros creyentes”, estableció la mujer.
Al momento, resta que su padre se presente ante la Justicia a declarar, como ya lo han hecho su madre y su hermana. “Si bien lo llaman para notifcarlo, él no aparece y tengo miedo de que se escape”, concluyó la víctima.