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Hilda Bernard, la querida villana de las telenovelas argentinas, cumple 101 años

SCALDIA
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Villana de las telenovelas argentinas, Apesar de que esas criaturas de ficción interpretadas por ella hacían la diferencia de cualquier historia, pensar en Hilda Bernard solo como la gran villana de la televisión argentina es simplificar su enorme trayectoria artística. La querida actriz hoy cumple 101 años y no hace tanto que dejó de transitar los estudios de televisión.

En 2015, a sus 95 años, Aptra la homenajeó en la ceremonia de los premios Martín Fierro. Aquella noche, con un aplauso cerrado y de pie, sus colegas la ovacionaron. Con elegancia caminó el escenario dominando un bastón como solo una actriz que conoce la escena sabe hacerlo. Esa vez, declaró que se había propuesto trabajar hasta los 100 años, pero en el 2013 un ACV había truncado ese deseo y, aunque lo sobrellevó muy bien, ya no contaba con la plenitud de sus herramientas actorales.

Hija de padre inglés y madre austríaca, Hilda Bernard nació en Puerto Deseado y, desde muy chica, comenzó a manifestarse en ella esa vocación que la convertiría en uno de los nombres esenciales de la radiofonía argentina y, posteriormente, de la masiva televisión. Tal era su deseo de actuar que abandonó sus estudios formales para ingresar al Conservatorio Nacional de Arte Dramático. En esos claustros tuvo de profesor a próceres como Antonio Cunill Cabanellas e, incluso, la excelsa María Rosa Gallo fue su compañera de curso. Hilda no se recibió. No fue por falta de talento, sobra la aclaración. Rebelde de jovencita, se negó a interpretar a una gallina.

villana de las telenovelas argentinas
Hilda Bernard no se privó de transitar la radio y la televisión desde sus orígenesArchivo

Villana de las telenovelas argentinas, Paradojas del destino, Hilda Sarah Bernard (nuestra Sarah Bernhardt), nació el mismo año en el que los Locos de la Azotea, con Telémaco Susini a la cabeza, inauguraron la radio, en una proeza pionera en el mundo. Será por eso que esos micrófonos la cobijaron siendo muy jovencita. Allí hizo mil y una ficciones, pero acaso aquel latiguillo, que le decía Oscar Casco en esas escenas que paralizaban a los oyentes, la convirtió en la dama del medio. “Mamarrachito mío”, le susurraba él y miles de radioescuchas soñaban con estar ahí, ante ese galán invisible.

Espléndida en su madurez, Hilda Bernard siempre fue una mujer elegante
Espléndida en su madurez, Hilda Bernard siempre fue una mujer eleganteFuente: Archivo

Cuando llegó la televisión, hace 70 años, Hilda Bernard también fue convocada para representar clásicos, especiales de ficción y una infinidad de telenovelas. Su gesto adusto, que nada tenía que ver con su don de gente, generosidad y bonhomía, la llevaron a interpretar a esas malvadas de los culebrones, a la bruja de Chiquititas y a la abuela de tantos nietos de libreto ficticio. “Los que hacían de mis hijos, hoy ya tienen más de 60″, dijo con gracia en una de sus últimas entrevistas. Un mundo de veinte asientos, Rosa de lejos, Pobre clara, María de nadie, La extraña dama y hasta Los exitosos Pells. La actriz jamás hizo alardes, pero, sin dudas, se trata de una de las estrellas con más horas de ficción en su haber.

En 2010, trabajó con Juana Viale en Malparida, pero la abuela de Juana nunca la invitó a sus almuerzos televisados. Cuesta creer que Hilda Bernard jamás haya comido con Mirtha Legrand. “No le debo interesar”, dijo, restándole importancia a la situación. Hizo cine en blanco y negro y televisión cuando no existía el video tape. En teatro, protagonizó clásicos como Las de Barranco y hasta integró uno de los elencos heterogéneos de José María Muscari, el de la obra Póstumos.

Hilda Bernard celebra sus 101 años rodeada de sus afectos, pensando que ya pasó un año de aquel tope que se había exigido como límite de su carrera. Homenajeada en vida, fue protagonista de algunas de las páginas más destacadas de la historia de la cultura popular argentina. La más mala de todas en la ficción, la que interpretaba esos personajes que disimulaban a esa mujer de noble templanza que jamás se involucró en un escándalo. Como aquella Sarah Bernhardt de París, la de Puerto Deseado también pisó fuerte la escena y los sets, ejerciendo con dignidad y notable compromiso su arte.

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