Alan Benítez es un joven de 21 años de la localidad de Rafael Castillo, ubicada en el partido de La Matanza, y causó furor en las redes cuando empezó a promocionar su nuevo emprendimiento: los Termiheladitos.
Se trata de helados o «marcianos», hechos a base del famoso vino en cartón mezclado con pomelo. Los vende él mismo, a $30 cada uno, y hace el delivery sin cargo adicional en su bicicleta.
Alan cuenta que en realidad esta peculiar invención es su segundo emprendimiento en el rubro gastronómico, ya que empezó 2020 con una iniciativa bastante distinta: «A principio de año vendía churros, que fue mi primer experimento en el campo del marketing digital, de las ventas y del delivery», cuenta el joven emprendedor.
«Ahora que empezaba el calor me puse a hacer helados. Al principio preparé los de típicos sabores frutales, o variedades como banana split, yogur, limonada… Pero después salieron los termiheladitos. Y explotó», relata reconfortado por el inesperado éxito de una variedad que, en los papeles, apuntaba a un público menos numeroso.
Cuando experimentaba con los gustos más tradicionales, Alan finalmente se animó a probar una idea que tenía hacía tiempo, pero nunca se había animado a concretar. Aquel meme que vio en las redes sociales fue lo que, en su momento, le sirvió como inspiración. Finalmente ahora, se aventuró a probar la fórmula en el «mercado» que fue abriendo con variantes menos arriesgadas.
«Lo de los termiheladitos ya lo tenía pateando hacía rato, había visto un meme en internet que mostraban unos helados de uva al lado de una caja de Termidor, en chiste. Empecé a buscar si alguien los había hecho de verdad y no encontré nada, entonces se me ocurrió probar, y como salieron bien los empecé a vender», relata el joven.
Ni bien empezó a publicar sus «termiheladitos» en los grupos vecinales de su zona, las redes sociales se llenaron de comentarios y reacciones: muchos riéndose de la idea, otros felicitando a Alan por su ingenio y creatividad y otros directamente haciendo pedidos.
«No tenía ni idea de que iba a tener tanta repercusión, yo lo hice para vender, en ningún momento se me ocurrió que iba a explotar así. Es algo simple, pero a la gente le gusta mucho, y también fue una inspiración para la gente, porque muestra que se puede trabajar, y el que quiere puede hacer cualquier cosa», comenta.
Alan normalmente hace entre 20 y 25 helados diariamente, y dice que rara vez se queda con mercadería al final del día. Debido a esto, explica que le gustaría poder ampliar su capacidad de producción, pero afronta un problema: «Me limita más que nada el tamaño del freezer de mi casa, no tengo uno lo suficientemente grande», cuenta.
Y amplía: «La otra vez, por ejemplo, me pidieron 100 helados y les tuve que decir que no podía porque no me daba el lugar. Lo máximo que me llegaron a entrar fueron 40».
Debido a la gran repercusión que obtuvo gracias a su ocurrente helado, Alan empezó a probar con nuevos gustos a base de bebidas alcohólicas: «Mi favorito hasta ahora es uno que hice hace poco, de fernet con coca. Fue bastante compartido pero no llegó a tener una repercusión en las redes como los termiheladitos», admite.
Y como buen vendedor, describe decidido a tentar al consumidor: «Está muy bueno, tiene como sabor a chupetín de coca cola pero al final sentís el gusto del fernet».
Alan no descansa en lo logrado hasta ahora. Sigue planificando.»Para Navidad estoy pensando hacer helado de Gancia y de sidra capaz, pero primero tengo que ver cómo queda el gusto», anticipa el ocurrente emprendedor.