Por ANDRES GIMENEZ – Diciembre llegó con su habitual carga de tensiones políticas en el Concejo Municipal, dejando al descubierto la fragilidad de los acuerdos alcanzados. Lo que debería haber sido un acto protocolar de renovación de autoridades se convirtió en un espectáculo político digno de una novela de intriga y traiciones.
El año pasado, los seis concejales acordaron una alternancia en la presidencia del Concejo como muestra de civilidad y compromiso democrático. Según ese acuerdo, este año le correspondía el turno a uno de los ediles de UNIDOS o a la Vecinal. Sin embargo, el oficialismo, fiel a su tradición de moldear las reglas según su conveniencia, decidió ignorar el compromiso, mostrando la misma falta de palabra que el Ejecutivo Municipal al incumplir sus promesas de campaña.
En una jugada cargada de audacia (o desvergüenza, según se mire), los concejales del PJ no solo rechazaron la moción opositora, sino que también propusieron para los tres cargos principales a integrantes de su propio bloque. Presidencia, Vicepresidencia Primera y Vicepresidencia Segunda: un combo completo que suena más a apropiación que a negociación. La estrategia parece clara: imponer su mayoría para concentrar el poder, evitar rendir cuentas y aprobar sin trabas cualquier iniciativa proveniente del Ejecutivo, sin importar cuán nociva pueda ser para la ciudad.
La reacción de los bloques opositores no se hizo esperar. En un acto de protesta cargado de simbolismo, se retiraron del recinto, dejando al oficialismo hablando solo. Ahora, el Concejo se encuentra en un limbo institucional, mientras todos esperan «nuevas negociaciones» que, con suerte, no terminen en otra escena digna de un culebrón político.
¿Y los vecinos? Ellos, una vez más, son los espectadores involuntarios de esta tragicomedia. La palabra dada durante la campaña, esa que se presume sagrada en democracia, parece desvanecerse con la misma rapidez con que se prometió. Mientras tanto, la confianza pública se resquebraja y la política local se hunde un poco más en el pantano de la desilusión.