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El hombre asesinado el jueves vestido de mujer había matado a su pareja en 2005

SCaldia
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La persona asesinada el jueves en un descampado ubicado sobre la vía que cruza calle Mitre al 2700 fue identificada como Leandro Daniel Aybar, un ex convicto de 40 años que en 2015 había salido de prisión. Aybar fue reconocido por sus familiares en el Instituto Médico Legal y con su nombre en carpeta los pesquisas supieron de su historia carcelaria.

Hombre asesinado, la crónica

El cuerpo había sido encontrado a media mañana del jueves por un vecino que paseaba su perro por el lugar. Llevaba puesto un vestido, un corpiño con medias en su interior simulando tener senos y sus piernas estaban quemadas. Si bien presentaba signos de ahorcamiento, hasta la semana que viene cuando se realice la autopsia bajo el Protocolo de Minnesota (utilizado para casos de ejecuciones ilegales por parte de fuerzas de seguridad, travesticidios o femicidios), no se podrá afirmar fehacientemente si fue así.

“Se realizará bajo ese método para aprovechar todos los recursos periciales, pero eso no implica que la hipótesis sea un travesticidio. Se trabaja en otra teorías del caso”, explicó una fuente allegada a la causa.

         El cuerpo de Leandro Aybar apareció anteayer junto a la vía que corta calle Mitre al 2700
Un pasado carcelario

La identificación del cuerpo de Aybar corrió el velo sobre el pasado del hombre que vivía en situación de calle. El viernes 25 de marzo de 2005 al mediodía, Aybar tenía 26 años y mató a puñaladas a Elsa Ramona Fernández, quien era por entonces su pareja. La mujer, de 40 años, fue asesinada recibió un facazo en el pecho delante de su hija que tenía sólo 5 años, en un contexto de pobreza y marginalidad absoluta.

Los tres vivían debajo de dos árboles, con un par de ollas, dos sillas y algunos bártulos. Estaban al costado de la colectora oeste de la avenida de Circuvalación, a unas cinco cuadras del puente peatonal que ingresa a Pueblo Nuevo y a otras cinco de la rotonda de ingreso a Villa Gobernador Gálvez. El padre del agresor, un viudo jubilado que intentó detener la última pelea de la pareja, se quedó en aquel momento en el lugar del homicidio cuidando a la hija de la víctima que no paraba de llorar. En tanto, Aybar huyó del lugar.

Cuando la policía llegó aquel día al predio, sólo encontró al padre del agresor y a la niña llorando junto al cadáver. Y junto a ellos dos bolsos con ropa que delataban lo que, para los investigadores, había sido el origen de la discusión ya que la mujer pretendía irse del mísero lugar.

La policía secuestró dos cuchillos: uno de cocina común y el otro una faca de confección casera, que fue la que Aybar hundió en el cuerpo de su compañera. El arma, con forma de puñal, parecía ser una hoja de bayoneta incrustada en un mango de madera. La faca tenía unos 15 centímetros de hoja afilada. El puntazo en el pecho de Fernández fue mortal.

Los pesquisas de ese hecho recordaban a Aybar por su paso por la seccional 26ª y la subcomisaría 18ª, en las que estuvo por robo calificado. “Esta mujer le llevaba el bagayo con comida al tipo mientras estaba preso”, recordó una fuente. Y mencionó que sólo como mayor tenía en aquel momento 12 antecedentes por robos y hurtos.

Por ese crimen, después de haber sido localizado y juzgado, Aybar fue condenado por homicidio simple a 9 años y 6 meses de cárcel. En abril de 2013 incumplió una salida transitoria del penal y se mantuvo prófugo más de dos meses. Pero en diciembre de 2015 cumplió su condena y recuperó la libertad. Además, Aybar tenía antecedentes por hurtos y robos en el antiguo sistema procesal penal.

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Sobre un colchón

El jueves, cerca del mediodía, un vecino de barrio Hospitales que paseaba su perro por el terreno baldío lindero a la vía que atraviesa la ciudad paralela a calle Virasoro, se topó con un cadáver. El cuerpo estaba tendido sobre un viejo colchón apoyado en un círculo de tierra quemada.

La víctima “tenía el cabello negro corto y llevaba un vestido a rayas rojas y negras además de medias en forma de pechos femeninos cubiertas por un corpiño, lo que hace presumir que quería ser reconocido como mujer”, explicó un vocero consultado en ese momento. Estaba descalzo y sus pies habían sido quemados.

Del examen preliminar, un médico observó indicios de golpes en el rostro y de que podría haber sido ahorcado con una prenda de vestir que tenía alrededor del cuello. Esa escena criminal nada tuvo que envidiarle a la de Elsa Ramona Fernández, la mujer que Aybar mató hace 13 años: el denominador común de ambos era la pobreza y la vulnerabilidad.

Integrantes del colectivo LGTBI (Lesbianas, Gays,? Bisexuales y Transexuales e Intergénero), que ingresaron la misma tarde del jueves al Instituto Médico Legal (IML) para reconocer el cuerpo, descartaron que se tratara de una componente de la agrupación. Sin embargo, una integrante del colectivo trans fue vital para que Aybar fuera identificado por sus parientes.

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Bien temprano, ayer a la mañana, la fiscal de la Unidad de Homicidios Georgina Pairola recibió en el Centro de Justicia Penal a los familiares de la víctima. Fuentes de la investigación indicaron que Aybar fue descripto como un hombre que “vivía atormentado por su adicción a las drogas y en situación de calle”. Aunque hicieron la salvedad de que contaba con cierta contención familiar.

Vulnerable

“Era un tipo que estaba quemado por la droga. Si bien estaba en situación de calle, en vulnerabilidad, no había perdido vínculo con su familia. Pasaba a comer o a bañarse por la casa de alguna tía o hermanas”, indicó el vocero.

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Los parientes dijeron desconocer que Aybar fuera travesti, que se travistiera para ganarse la vida o por qué apareció vestido de mujer. En tanto, algunas fuentes oficiales aventuraron que el hombre mantenía una relación de pareja con una chica trans y no descartaron que detrás del crimen se esconda una venganza.

Habrá que esperar hasta la próxima semana para conocer cómo fue asesinado Aybar, si fue asfixiado y si las quemaduras que tenía su cuerpo las sufrió en vida o post mortem.

La fiscal Pairola comisionó a efectivos de la Policía de Investigaciones (PDI) para que trabajara sobre el territorio recabando testimonios de potenciales testigos de lo sucedido o personas que pudieran conocer sobre las últimas horas de la víctima.

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