Después del éxito arrasador de Dark, la primera serie de Netflix en alemán, llega esta nueva propuesta ambientada en Friburgo y filmada principalmente en Munich, con una atrapante historia que gira en torno al mundo del biohacking. El término define una nueva práctica científica que concibe los organismos como laboratorios ambulantes, con el objetivo de mejorar las capacidades físicas y mentales del ser humano y otros seres vivos. La incorporación de este concepto a la trama es uno de los principales atractivos de la serie, cuya historia es un thriller del más puro suspenso.
Mia Ackerland (Luna Wedler) es una estudiante de medicina que ingresa a la Universidad de Friburgo y se instala en la nueva ciudad, donde todavía no conoce a nadie. Rápidamente sociabiliza con sus compañeros de departamento, un grupo variopinto de estudiantes de diferentes carreras relacionadas entre sí. Los protagonistas experimentan constantemente con químicos, dispositivos electrónicos subdérmicos y todo tipo de elementos para impresionar a sus colegas, profesores y seguidores en redes sociales, pero también a modo recreativo, sin reparar demasiado en las implicaciones éticas ni las consecuencias físicas de sus pruebas.
Nuestra protagonista se adapta de maravilla y toda la introducción transcurre muy rápidamente para abrir paso al conflicto principal: una venganza personal conectada con el trágico pasado de Mia, quien oculta su verdadera identidad. Con este objetivo siempre en mente, comienza a relacionarse con sus compañeros de clase y una profesora en particular, que también es la exitosa CEO de una compañía desarrolladora de tecnología aplicada a la medicina. Todos los movimientos y decisiones de Mia parecen estar meticulosamente calculados para lograr lo que se propone, sin embargo se desenvuelve de forma muy orgánica en cada situación que se le presenta.
La trama principal transcurre apenas dos semanas antes de la impactante escena que da inicio a la serie: un viaje en tren donde los pasajeros comienzan a perder la consciencia misteriosamente y Mia debe socorrerlos en calidad de estudiante avanzada de medicina. El presente de la protagonista en la universidad se va intercalando con flashbacks de su infancia, que dan cuenta de su familia y su personalidad, lo suficientemente fría e inteligente como para calcular sus movimientos con infinita anticipación, pero también para poder improvisar con calma en situaciones de vida o muerte.
Con un ritmo asombrosamente ágil y una prolija estructura narrativa, no deja mucho lugar para las sorpresas y sin embargo construye hábilmente la intriga del relato y las tensiones entre los protagonistas. Biohackers es la opción ideal para maratonear en un fin de semana, son apenas seis capítulos de menos de una hora que se pasa volando y cierran la primera temporada, dejando abierta la posibilidad de continuar en una segunda. Inicialmente su estreno estaba programado para abril, pero algunas cuestiones que podrían interpretarse como referencias a la pandemia retrasaron su lanzamiento en Netflix para el 21 de agosto en todo el mundo.