Investigadores de la Fundación Instituto Leloir (FIL) y del Conicet diseñaron una vacuna de segunda generación (aquellas que aparecen en una segunda etapa y son más sofisticadas) contra el coronavirus que ya indujo una respuesta inmune muy potente en laboratorioy ahora, a partir de un acuerdo con la compañía biotecnológica Vaxinz, buscan escalar la producción y desarrollar ensayos clínicos.
El Icivet Litoral, dependiente del Conicet y de UNL, tiene una participación clave en el desarrollo de esta variante por tratarse de la única institución científica que cuenta con certificaciones que son reconocidas a nivel mundial. «Nosotros participamos en lo que es la elaboración preclínica, las pruebas de seguridad que se harán una vez que se defina la mejor variable del estudio (candidato vacuna)», explicó a Aire Digital el investigador Hugo Ortega, director del Icivet Litoral (Conicet-UNL).
La vacuna en desarrollo tiene como objetivo ser administrada en una única dosis, que tenga un efecto más duradero y un amplio espectro de protección ante la aparición de nuevas variantes.

Ortega explicó que se trata de una vacuna similar al modelo de AstraZeneca o Sputnik V. Pero en este caso se las denomina de segunda generación por el tipo de desarrollo que demandan. «No son las vacunas tradicionales a las que estábamos acostumbrados hace años, es una nueva plataforma mucho más versátil que las convencionales», explicó el director del Icivet Litoral.
La mayor ventaja que tienen estas vacunas es que una vez de llegado el momento en que el virus cambie es muy fácil modificarla para generar otra nueva. «No requiere desarrollo de años, sino que se puede hacer en poco tiempo. Sumado a que tiene una respuesta inmune mucho mejor que las convencionales», destacó el científico.
El Icivet interviene en varios proyectos de vacunas nacionales ya que es el único centro de una institución científica del país que tiene certificaciones para hacer ensayos bajo lo que se llama buenas prácticas de laboratorio, que son normas que se siguen para que los ensayos sean reconocidos por agencias regulatorias de diferentes lugares del mundo. «Esos ensayos son básicamente de seguridad que se hacen previamente a los ensayos clínicos de las vacunas», explicó.
El instituto empezará a trabajar en breve con las variables de la vacuna hasta ahora obtenidas y estiman que a fin de año podrían comenzar con la fase clínica de los estudios. Ortega definió la celeridad del estudio como rápida y destacó que al contar con una variable o candidato vacunal, se acerca la posibilidad de que esta sea probada en humanos.
Hasta el momento, la vacuna ha sido probada en laboratorio con buenos resultados, en los estudios preclínicos generó una respuesta inmune potente contra el virus SARS-CoV-2 en el 100% de los animales vacunados y se mantuvo durante al menos 5 meses sin decaer.












