El intendente de San Cristóbal intentó defender el brutal aumento de impuestos aprobado por sus concejales, pero solo dejó más dudas y contradicciones. Mientras los vecinos esperan respuestas concretas, la gestión acumula sueldos pagados en cuentagotas, proveedores sin cobrar y una ciudad con escasa obra pública.
Explicaciones que no explican nada
Ante la presión por el impacto del último tarifazo, Marcelo Andreychuk salió a dar explicaciones… pero no convenció a nadie. Lo único que se limitó a decir fue que la tributaria municipal es “vieja y obsoleta”, como justificación para los incrementos.
Según él, se realizaron “solo 19 modificaciones”, pero esas modificaciones implicaron aumentos desmesurados que indignaron a comerciantes, remiseros y vecinos. Andreychuk insiste en que se trata de “puntos fundamentales para el desarrollo de la ciudad”, aunque en la práctica los sancristobalenses no ven obras ni mejoras que justifiquen semejante ajuste.

Balances sin presentar y contradicciones políticas
El intendente también defendió la gestión económica de su municipio, pese a que aún no se presentaron los balances contables de abril, mayo, junio y julio, un incumplimiento que genera cada vez más sospechas sobre la transparencia de los números municipales.
Para cubrirse, Andreychuk llegó a jactarse de haberle pedido a sus concejales que voten el pedido de informe contable, cuando en realidad antes lo habían rechazado. ¿Fue un cambio de postura genuino o un acting político para calmar la presión social?
El doble discurso de la gestión
En su discurso, el intendente aseguró que “a nosotros nos importa el sancristobalense, los que nos eligieron, los que nos pusieron a gobernar”. Sin embargo, la realidad muestra todo lo contrario: impuestos por las nubes, servicios básicos en crisis y una ciudad que solo ve fiestas y eventos, mientras la obra pública es nula.
La contradicción es evidente: Andreychuk asegura que el municipio “no tiene problemas económicos”, pero al mismo tiempo admite que “no sobra absolutamente nada”. La gestión parece resumirse en mantener una estructura sobredimensionada de empleados afines. El resto, calles rotas, servicios deficientes y un municipio sin rumbo.
Un modelo agotado
El aumento de impuestos como única herramienta de gestión ya se transformó en un clásico de esta administración. Lejos de planificar una salida ordenada a la crisis, Andreychuk apuesta a cargar sobre los bolsillos de los vecinos el costo de su ineficacia.
La ciudad espera explicaciones serias y obras concretas. Hasta ahora, solo recibe excusas, contradicciones y un ajuste brutal disfrazado de “desarrollo”.












