Cómo operan las bandas de trata, Veintisiete días después de la desaparición de Mónica Aquino, la santafesina de 29 años de barrio Varadero Sarsotti que fue vista por última vez el pasado 5 de mayo, nada se sabe de su situación actual.
Al menos hasta ahora, no trascendieron detalles sobre cuál pudo ser el destino de Mónica. Sin embargo, cada vez que una persona desaparece -el miércoles pasado se cumplieron 14 años de la desaparición de Natalia Acosta en el centro de la ciudad de Santa Fe-, vuelve a sobrevolar el fantasma de la existencia de bandas organizadas que operan en el delito de trata de personas.
Las investigaciones se sostienen, tanto desde el Ministerio Público de la Acusación, desde la Policía y también desde los organismos del Gobierno provincial abocados a la problemática. Y si bien hay tres personas detenidas, no se conocen datos certeros sobre qué sucedió con ella, dónde se encuentra en estos momentos y en qué condiciones.
Marcela Romagnoli condujo la Agencia de Trata de Personas y Violencia de Género de la Provincia de Santa Fe durante cinco años y hasta 2018. Desde ese cargo y ya retirada de las fuerzas policiales, cuenta con la experiencia necesaria como para hablar de este fenómeno con la profundidad necesaria.
Este viernes, a poco de cumplirse un mes de la desaparición de Mónica Aquino, habló en Creo, el programa que se emite cada primera mañana por AIRE.
Cómo operan las bandas de trata en Santa Fe y en la Argentina
– ¿Es un mito o realmente existen bandas organizadas para secuestrar personas e introducirlas en redes de trata?
– Para nada es un mito. Es una realidad… Son bandas organizadas, como cuando se habla de las bandas de drogas. Es real. Es así.
– ¿Cómo suelen operar estas bandas?, ¿son de alcance nacional, internacional?
– No es fácil dar con estas bandas. Son bandas internacionales. La trata de personas es un fenómeno global, una grave violación de los derechos humanos que no tiene edad, no tiene género, no tiene clases sociales, ni territorio.
– Se suele pensar que las víctimas siempre son mujeres en circunstancias particulares. Pero, por ejemplo, aparece el caso de Maximiliano Sosa, el nene de 3 años que desapareció en Ceres hace ocho años.
– Yo estaba a cargo de la Agencia de Trata en aquel momento y la investigación seguía cuando me retiré en 2018.
Soy una convencida de que a las personas no se las traga la tierra. Y creo que la Policía de Santa Fe, si bien no tiene las herramientas totales para enfrentar este flagelo, trabaja con mucha responsabilidad en estos casos.
El problema es que falta más personal. A estos temas hay que trabajarlos en grandes equipos. No una persona, ni cuatro, ni diez, ni veinte. Una organización de trata de personas tiene mucha más gente. Ellos siempre van un paso más adelante de los investigadores. No es una excusa, pero es así.
Se necesitan 24 horas, los 365 días del año, equipos investigando cada caso. Cada minuto aparece un nuevo dato. Multipliquemos ese dato por 24 horas y de cada dato surgen ramas que pueden ser dos, cinco, veinte, cincuenta, cien. Es un delito que hay que trabajarlo las 24 horas, sin descanso.
Hay que corroborar cada dato. Sean falsos o verdaderos. Aunque podamos pensar que son descabellados, no se puede dejar nada al azar.
A modo de ejemplo, cuando los investigadores de la policía secuestran un teléfono, ya con eso reciben gran cantidad de información para corroborar. Hay fallas en distintos organismos del Estado, porque la Policía no puede esperar 24 o 48 horas para conocer a quién pertenece un teléfono. No se puede esperar esa cantidad de horas. En 24 horas, tenés a la víctima fuera del país.
– ¿Es tan fácil mantener retenida a una persona dentro del país?
– Considero que, en general, las víctimas son llevadas fuera del país. Porque no se las traga la tierra. Hay dos alternativas: una, la más fea, que la persona esté fallecida. La otra es que esté fuera del país. De esas dos alternativas no sale el delito de trata de personas.
– Más allá de los casos particulares, ¿en general hay franjas de población más vulnerables ante estas bandas?
– Mujeres adolescentes, de entre 12 y 30 años. No más edad que esa. Por mi experiencia, de clases sociales bajas. Pero la trata de personas es un fenómeno global que no condiciona la edad, género, clases ni territorio. Pero en general son mujeres de corta edad.
– ¿La ciudad o la provincia de Santa Fe ocupan un lugar importante dentro del país en este fenómeno de trata de personas?
– No diría la ciudad, sino la provincia. La ciudad de San Lorenzo ha sido una ciudad cuestionada. Hemos trabajado mucho en ese lugar.
La trata es la captación, el rapto sin consentimiento. Pero también hay otro delito, que es la explotación sexual con fines económicos.
Mientras estuve a cargo de la Agencia, tuvimos más situaciones en la ciudad de San Lorenzo que en el norte de la provincia. De todos modos, tuvimos el caso de Maxi Sosa que fue en el norte.
– ¿En el caso de Maxi Sosa te quedaste con la sensación de que fue raptado por una red de trata?
– Sí. Dejé el cargo con una sensación muy amarga, porque mi objetivo era encontrarlo.
– ¿Hay casos en los que se logra encontrar a las víctimas de trata?
– Cuando son trasladadas a otros países es muy raro que se las encuentre. No hay que perder las esperanzas. Lo conveniente sería que las causas no tuvieran un final. Pero después de meses, de un día para el otro, las causas mueren en una fiscalía. Eso no debería ser así.
El ejemplo es Maxi Sosa. Me pregunto quién investiga ese caso hoy; por qué se dejó de investigar, si no lo encontramos muerto. No se investiga más. O, al menos nunca, leí nada sobre el tema desde hace años. Nunca leí que la causa de Maxi Sosa siga adelante.
Por qué al principio todo y, cuando pasan los meses, ya está.
– ¿Con qué sensaciones te quedaste después de esos cinco años al frente de la Agencia?
– Me fui con una hermosa sensación porque se trabajó muchísimo, con un equipo de lujo. Se habían hecho unos 350 allanamientos, con clausuras de whiskerías, pubs, se había detenido a hombres y mujeres. Incluso tuvimos cuatro condenas firmes por trata laboral, donde encontramos a muchos menores de edad porque captan a familias enteras.
Pero hoy mi corazón está triste por no encontrar a Maxi Sosa. Fui un simple investigadora. Les puedo garantizar que la Policía hace todo lo que puede, pero pido que esto no quede en el tiempo. Que las causas sigan.